No voy a referirme a los problemas coyunturales, su dimensión histórica y su importancia en las relaciones sociales. Sin embargo, tengo una preocupación que debo comentarla con todos ustedes.
Los hechos actuales no solo repercuten en los actores principales de los mismos, sino, inciden definitivamente en nuestro niños y adolescentes. Los míos, en su escazo vocabulario, censuran las agresiones físicas y la violencia actual. Todo lo que ven y escuchan es contradictorio a las enseñanzas de paz y respeto que inculco diariamente en ellos, buscando formar ciudadanos responsables.
Siento impotencia, porque mis palabras y hechos frente a los míos, se desvanencen ante la realidad.
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